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No es frecuente ver a una sirena de verdad, pero para celebrar el Día Mundial de los Océanos y el mes del medio ambiente, el mundo pudo presenciar a una en acción.

El 7 de mayo de 2022, los espectadores vieron a la sirena ecológica de Miami, Merle Liivand, nadar 42,2 kilómetros en las agitadas aguas de Miami Beach (Florida, EE.UU.) en 11 horas y 54 minutos, batiendo su propio récord del recorrido a nado más lejano con una monoaleta.

Esta talentosa deportista más que una nadadora de competición, es un activista ambiental que tiene como propósito principal proteger el océano y ayudar a conservarlo creando conciencia sobre la importancia e impacto que este tiene en el mundo.

Originaria de Tallin (Estonia), Merle es nadadora sobre hielo y antigua campeona del Báltico que se trasladó a Florida hace 11 años.

Dedica su tiempo a entrenar a otros a nadar y crear concienciar sobre el daño causado a nuestros océanos.

Lo que hace únic a esta activista ambiental de los océanos es que nada regularmente con una aleta de sirena de silicona sin usar los brazos para aumentar su resistencia y generar publicidad para los océanos.

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Lo que hace especial a esta embajadora de los océanos, es que nada regularmente con una aleta de sirena de silicona sin usar los brazos para aumentar su resistencia y generar publicidad para los océanos.

Aunque Merle estableció inicialmente el récord del nado más largo con monoaleta  el 17 de abril de 2021, mencionó que las condiciones marinas durante ese intento de récord no eran ideales y que sabía que podía nadar mucho más lejos.

Fue así, en esa soleada mañana de sábado, la eco-sirena de Miami se puso el gorro de natación, su aleta Luna y se embadurno con protector solar ecológico para partir del puerto deportivo de Sunset Harbour en un largo y arduo recorrido a por la bahía de Biscayne. 

Pero, ¿qué fue lo que realmente animó a Merle a sumergirse en este intento de récord de aletas de alto rendimiento?

“Nací con problemas de salud autoinmunes, y empecé a nadar porque mis pulmones se colapsaron", dijo. 
 

“Hoy, mi intención es luchar por los pulmones de la Madre Tierra". 

Merle aboga por la lucha contra la contaminación marina y utiliza sus nados de larga distancia en aguas abiertas como medio para llamar la atención sobre el creciente problema medioambiental de la contaminación de los océanos, al que se refiere como una "plastdemia" o "pandemia de plástico".

Durante uno de sus entrenamientos de natación, la nadadora profesional recordó que estuvo a punto de ingerir microplásticos mientras respiraba. 

Consideró que, como atleta de aguas abiertas, debería hacer más por el océano en lugar de limitarse a nadar en él.

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Cuando Merle se dio cuenta de que la contaminación por plásticos estaba dañando la vida marina del mismo modo que la afectaba a ella durante sus nados, se retó a sí misma a nadar exactamente como lo hacen los peces. 

En lugar de usar los brazos para impulsarse, Merle nadó usando sólo las piernas y los pies, atados a una aleta de cola de sirena diseñada a medida, llamada monoaleta.

"Nadar con la monoaleta sin usar los brazos es similar a cómo nadan los delfines y los animales marinos. Tienen una aleta y no pueden usar los brazos", dice Merle.

"Usar una aleta envía al mundo un mensaje mayor. Es injusto que hayamos llegado al punto de que los peces, los delfines y las tortugas estén rodeados de plástico que acaba en sus estómagos, y siento que nosotros, como humanos, somos los siguientes."

Entrenando como una sirena

Aunque Merle es bastante hábil en lo que respecta a la natación y ha dado grandes saltos en las aguas de los estrechos del Bósforo y del Golden Gate, en el océano Pacífico y en el mar Báltico, su nado alrededor de la bahía de Biscayne resultó ser muy diferente. 

La exposición al sol puede provocar sobrecalentamiento y agotamiento, especialmente cuando se trata de nadar distancias tan largas.

El agua caliente aumenta la temperatura interna del cuerpo, lo que también eleva la tasa de sudoración y acelera la deshidratación. 

Para prepararse para su intento de récord, Merle sabía que no podía ser un pez fuera del agua.

Durante más de un año, se levantó a las 4 de la mañana todos los días y se entrenó exponiéndose a las mismas condiciones a las que sabía que se enfrentaría el día de la tentativa.

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El entrenamiento en ambientes calurosos ayudó a Merle a elevar su ritmo cardíaco y a prepararse tanto física como mentalmente para lo que estaba por venir.

"Mi último récord fue de 30 kilometros (18,6 millas) y la madre tierra realmente me desafió. Nadé en condiciones muy difíciles y sabía que, si esta vez nadaba en la bahía, no habría una corriente loca", dijo Merle. 

 

“Durante 13 meses, cambié realmente mi entrenamiento. Hice planchas durante 50 minutos 3 veces por semana, asistí a yoga caliente, me centré en mi respiración y nutrición, y conecté conmigo misma."

"Realmente me inspiró para aprender a ser más fuerte e ir contra la corriente", continuó Merle.
 
La campeona de aguas abiertas también trabajó su fuerza utilizando una tela de paracaídas para arrastrar a sus compañeros de entrenamiento durante kilómetros con sólo el uso de su monoaleta.
 
En los días previos a su intento de récord, Merle consumió entre cuatro y cinco mil calorías diarias. 
 
Expresó que, como atleta femenina, era necesario mantenerse hidratada y tomar pastillas de magnesio y potasio para evitar los calambres en las piernas, que suelen ser habituales durante las largas travesías a nado.
 
"Lo más difícil ha sido siempre calcular mi alimentación. Sabes que tienes muchos kilómetros por delante, así que tuve que comer mucho para prepararme para este evento", dijo Merle. 
 
"Utilicé más de 11 mil calorías durante la natación".

Rompiendo su propio récord de natación con monoaleta

Con los ojos puestos batir su propio récord, Merle no se detuvo ni una sola vez a comer durante su intento de récord. En su lugar, consumió pequeñas comidas fáciles de digerir mientras flotaba en la bahía.

"Me aseguré de tomar batidos, comida para bebés y sopa. No puedes comer nada pesado porque utilizas mucho tu núcleo", dijo Merle.

“Cada vez que comía, tomaba aceite de coco porque las condiciones en las que nadaba eran saladas y soleadas, y si comes comida salada, se te puede hinchar la lengua".

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Los seres humanos arrojan al océano unos 2,5 millones de kilos de basura plástica al año, una cifra desorbitada que motiva a Merle a abogar continuamente por unos océanos limpios.

Los plásticos que acaban en el agua del océano a menudo se rompen en pequeños trozos que no pueden verse a simple vista. 

Durante su natación, Merle recogió toda la basura que encontró, arrojándola al kayak que remaba a su lado.

"Cuando veo basura, me enfado", dice Merle.

“Pienso en los manatíes que están muriendo porque no hay suficiente hierba marina para que coman, o en los niños que sufren porque los microplásticos han afectado a su salud intestinal."

"Al fin y al cabo, esto no es sólo un récord, se trata de ayudar a la comunidad y al mundo", añadió Merle.

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Aunque sus esfuerzos por limpiar la bahía de Biscayne resultaron desafiantes, Merle dice que hubo otras partes de la ardua natación que también fueron muy difíciles. 

"Me picaron las medusas y me repetía a mí misma que no era el momento de llorar", dijo. 

“En los momentos en los que me sentía deprimida, tenía que recordarme a mí misma que soy una herramienta entre el océano y los humanos y que quiero que mi mensaje sea escuchado".

Aunque las picaduras de los Man O' War portugueses no fueron del todo bienvenidas, Merle tuvo una compañía durante su nado que ciertamente lo fue. 

“Tengo una relación muy especial con los delfines, y creo que saben que recojo la basura. Cada vez que limpio la bahía, veo colas de delfines nadando para saludar. Siento una conexión entre nosotros", dice Merle. 

 

“Nadé hacia las rocas y vi que una madre manatí y sus dos crías me seguían. Creo que los animales saben que lucho por su entorno y es una sensación mágica".

Con tres bolsas repletas de basura, Merle completó su nado y fue de vuelta a su punto de partida en el puerto deportivo de Sunset Harbour. 

Merle Liivand Holding certificate with Adjudicator Miami Beach

Terminando con la misma fuerza con la que empezó, añadió con orgullo un récord más a una lista ya impresionante.

  • En 2019, Merle estableció por primera vez el récord del nado más largo con monoaleta con 10 kilometros (6,2 millas) en Redondo Beach, California (tiempo: 2 h 54 min). 
  • En 2020, realizó el nado más largo con monoaleta  20,6 km (12,8 millas) frente al muelle de South Point Park en Miami Beach, Florida (tiempo: 6 h 8 min).
  • El 17 de abril de 2021, Merle batió el récord del nado más largo con monoaleta en Miami Beach, Florida (tiempo: 9 h 19 min).

Merle se muestra optimista de que su último récord sirva como lección para el mundo y espera que la gente se centre en reducir la producción y el consumo de plásticos. 

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"Los seres humanos deberían tomarse un momento para entender que tenemos que usar menos plástico o asegurarnos de que limpiamos la basura que hay en el suelo", dijo. 

"Tenemos que asegurarnos de que todos estamos sanos. Unos humanos sanos significan un planeta sano".